sábado, 28 de marzo de 2015

Incubo

Esa noche hacía mas calor de lo normal, ella se levantó de la cama ofuscada a media noche y abrió la ventana de par en par, la temperatura no la dejaba dormir, se quitó la ropa y se acomodó en la cama en la posición que menos le causaba calor. La luz entraba por la ventana y dibujaba una línea de claridad en su cuerpo que pasaba por su vientre y su pubis. Estaba boca arriba, desarropada, desnuda completamente, con los brazos y las piernas abiertas, mirando el techo, suspiró y cerró los ojos para intentar relajarse y eventualmente dormir.


Debió haber estado dormida cuando sintió una gélida brisa subir desde sus pies recorriendo su figura a todo lo largo hasta llegar al cuello. Esto le hizo abrir los ojos sobresaltada, con la respiración agitada y la piel erizada. Alcanzó la sábana y se arropó, se acomodó mirando al vacío de la obscuridad de su cuarto divido  en dos por el haz de luz que entraba por la ventana. Miraba buscando algo, sentía que no estaba sola pero apartó esa idea de su mente con el argumento de que era absurda,  de pequeña aprendió a ignorar esos pensamientos pues siempre sintió que la miraban en las noches, pero sabía que el coco no existía. Cerró los ojos sin poder ver a la criatura de cuernos que sonreía desde las sombras, esa criatura que se relamía con su larga y filosa lengua mientras la miraba como el cazador que disfruta la vulnerabilidad de su presa, segundos antes de atacar.

La sábana voló lejos de su cama sin nada aparente que la moviera, el miedo la hizo sentarse, el haz de luz alumbraba sus ojos asustados, no había nada en el cuarto, no que ella pudiera ver, pero ese temor, que la tenía con el corazón agitado y aferrada a el borde de su lecho, le decía lo contrario. Miraba a todos lados, estaba buscando  a su derecha cuando sintió un resoplido helado frente a su rostro... “¿Un resoplido? ¿Como de un animal?” Pensó instantáneamente mientras decidía en menos de un segundo que era mejor, si voltear y ver esa cosa o  si pensar que era producto de su imaginación. Volteó lentamente y lo que observó la petrificó, estaba frente a frente a un monstruo, de esos que existen solo en las historias para asustar a los niños, le sonreía y la miraba fijamente, quedó petrificada por un momento pero su corazón latía a toda velocidad con fuerza y justo cuando su cuerpo pudo reaccionar para escapar, esa criatura la tomó del cabello con sus manos heladas e inmensas y la besó. El beso hizo que su cuerpo se enfriara progresivamente mientras la bestia movía su larga lengua dentro de la boca de ella. Iba enfriándose sus pies y manos, brazos y piernas hasta llegar a su torso, para unirse a la altura de su corazón que de repente empezó a latir cada vez mas lento. La bestia la soltó y ella cayó como un saco, inerte en la cama, quiso moverse y no pudo... Lo intentó con mas fuerza y nada, ¡No puede ser! Estaba desesperada, no entendía por qué podía ver todo bien, podía mover los ojos, si, ahí estaba ese demonio que le hizo esto, el terror se apoderó de ella y sin siquiera poder temblar o apretar los labios, una lagrima corrió su mejilla, por lo menos supo que estaba viva pues su corazón prácticamente no latía. El miedo la invadía y esta criatura solo la contemplaba, si, estaba disfrutando con su terror.

Ella descubrió que aún tenía sensibilidad al sentir la lengua helada de la bestia recogiendo con su lengua las lagrimas que brotaban de esa muñeca de porcelana inmóvil, era su nuevo juguete. Desesperada ella quería gritar, moverse, correr pero en cambio solo conseguía llorar, sin ningún gesto, sin el más mínimo movimiento por mas que se esforzara. Estaba completamente vulnerable ante ese monstruo, nada podía detenerlo, la angustia la invadía pues no sabia lo que iba a suceder y no se podía defender, esa cosa podía hacer lo que quisiera con ella... y ella lo iba a sentir todo.

La bestia acercó su rostro hasta la entrepierna de ella, su cuerpo había caído con las piernas y los brazos abiertos, no había nada que hacer, no podía ni taparse. Muy cerca de ella el monstruo inspiró profundamente olfateándola, ese olor dulce y a la vez amargo lo hizo salivar y una gota de baba cayó en el muslo de la muñeca. El demonio sacó su larga lengua y lamió su sexo con la intención de saborearlo, fue una lamida profunda, larga que la recorrió desde el culo hasta el clítoris, ella quiso gritar aún más y las lágrimas aumentaron. Ese ser se abalanzó contra ella, lamiendo su sexo de forma frenética, la recorría con la lengua fría de arriba a abajo con fuerza y ganas, chupaba como queriendo extraer todo el sabor de ella, el animal gruñía mientras se alimentaba y comenzó a comer con mas deseo cuando notó que ahora ella, se mojaba. La muñeca estaba confundida, sentía un miedo como ningún otro, le repugnaba ese monstruo que la violaba, estaba llorando de forma inconsolable y aún así su sexo estaba respondiendo excitándose.

Cuando estuvo satisfecho de comer, el demonio se acomodó sobre ella y de una sola embestida la penetró hasta el fondo, introduciendo su miembro en la muñeca, su juguete sexual. Se la cogía con fuerza, entraba y salía con ímpetu siempre hasta el fondo, pasándole la lengua por el rostro y riendo. Ella desesperada con una sobrecarga de sensaciones quería llorar de dolor y miedo pero también quería gemir de placer, sus ojos se movían hacia arriba cada vez que ese monstruo la penetraba. ¿Estaba disfrutando? ¿Cómo es posible que esté disfrutando con ese ser sacado de sus peores pesadillas? La estaba violando en su cuarto esa noche y no podía hacer nada. Esa mirada con mezcla de miedo, dolor y placer era un poema. El demonio hundió sus garras en el pecho de ella sin dejar de penetrarla, sus garras eran sumamente filosas y se abrían paso en la piel sin esfuerzo, le hacía dibujos de los que brotaban gotitas de sangre y las lamía, con el mismo movimiento recorría sus pezones, ella se odiaba por estar disfrutando eso. Después de gruñir aceleró sus embestidas y ella quiso gemir y gritar, su cuerpo se contrajo, sintió como todo se concentraba en lo mas profundo de su sexo, la bestia la besó y sintió como un aliento cálido entraba por su boca al resto de su cuerpo a donde llegaba, recobraba el movimiento, su aliento, su vida volvía, sintió su corazón latir fuertemente de nuevo y la electricidad tocó cada nervio de su ser estallando en un increíble orgasmo, el más intenso y delicioso que alguna vez haya tenido, la petit mort, volvió de la muerte.

Al reaccionar, el demonio ya no estaba o por lo menos ya no lo podía ver. Le quitó la vida, le hizo sentir cosas que no imaginaba y luego se la devolvió, haciéndole entender que su vida no era realmente de ella sino de ese ser que llego a reclamarla. Tocaba los rasguños en su piel y sentía la cama empapada cuando recordó que siempre había sido observada, desde pequeña sentía que la miraba, ese ser, el coco la cuidaba. Un demonio, el incubo al que siempre le había pertenecido, aquél que se llevó de un beso el sabor de su saliva y a lengüetazos el sabor de su sexo, sus lágrimas y su sangre... Se adueñó de todos sus fluidos hasta de su vida. Se durmió tranquila y sonriendo, ya no había a que temerle, ya no quedaba duda de que la miraba esa criatura a quien le pertenecía y ahora ansiaba su llegada. Siempre fue de él, de su incubo.

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