Ya casi
finalizaba su jornada de trabajo, estaba sentada en su oficina como un día más,
mirando el reloj deseando que fuera la hora para poder llegar a casa y tener
todo listo para la bienvenida de su Señor. Él llevaba ya 2 semanas de viaje por
el trabajo y sus tareas, llamadas y caprichos la mantenían a ella emocionada y
excitada todos los días, ya no soportaba más y sólo deseaba que llegaran las 6
para verlo y poder sentir sus manos en su piel, deseaba sus azotes, sus órdenes
y su mirada imponente, así fue como pensando todo eso en su silla,
retorciéndose y mojándose mientras lo recordaba, se hizo la hora de salir.
Emocionada recogió sus cosas y estaba ya lista para irse cuando su secretaria
le entrega un paquete negro con un lazo rojo, ella sonríe, sabe de quién viene.
Lo abre y encuentra dentro de él una tarjeta, reconocería su letra en cualquier
lugar, decía “Para mi perra”. La
abrió y en ella, sin saludo ni formalidades, estaban escritas una serie de
instrucciones bastante precisas, debía vestirse con lo que tenía el paquete y dirigirse
al lindo Hotel que estaba a 2 cuadras de su oficina, también debía llegar a las
7 en punto, ni un minuto más ni un minuto menos, se encontrarían en el bar.
Refunfuñó un poco porque tendría que esperar un tiempo más en esa oficina, pero
cualquier cosa por verlo. Además entre
las instrucciones tenía como tarea masturbarse mientras se arreglaba, cada 20
minutos durante 5 minutos pero sin poder llegar al orgasmo. Así hizo.
Llegó la hora de
salir de la oficina, estaba realmente excitada, la masturbación y el hecho de
que cada vez estaba más cerca de ver a su Amo, mas la expectativa sobre lo que
iba a pasar, la tenía ardiendo en deseo. Empezó su caminata al hotel, llevaba
un vestido negro, ceñido al cuerpo un poco corto y strapless, iba montada sobre
unos tacones bastante altos y un poco incómodos así que se le dificultaba
caminar. Debajo llevaba un liguero negro con lazos rojos que le sostenía las
medias, igualmente adornada con lazos rojos, esto hacía juego con el cachetero
que llevaba un lazo rojo atrás y el bra que tenía el lazo en el medio de sus
pechos. Se sentía preparada para Él, parecía una puta y eso le encantaba. Así
emprendió su camino, iba concentrada en sus pensamientos hasta que fueron
interrumpidos por unos pasos muy cerca de ella, voltea y ve a un hombre que
llevaba un sombrero tapando su rostro y una chaqueta grande, esto la inquietó y
apresuró su paso, el hombre también. Ella caminaba lo más rápido que su calzado
le permitía y ese hombre nunca se alejó de ella, llena de angustia y miedo
intentó correr, justo antes de gritar los brazos de ese hombre la rodearon, uno
por la cintura y otro sobre su hombro, para tapar su boca con la mano, ella
pataleó, intentaba golpearlo y de sus ojos salieron unas lágrimas mientras la
arrastró a un callejón por el que pasaba.
En ese callejón
sin dejar de taparle la boca la recostó contra la pared, de espaldas, ella
forcejeaba e intentaba gritar, lloraba, pensaba en su Amo. La mano libre de él
la tocaba con dureza, estrujaba sus pechos y sus nalgas, a ella le dolía, su
llanto ya era estruendoso, inconsolable, se preguntaba por qué nadie los veía
en ese momento y la salvaban, hundía sus uñas en el brazo de él pero estaba
completamente cubierto, hasta guantes negros llevaba. La voltea y ella mantenía
los ojos cerrados, estaba aterrada pensando mil cosas a la vez. El hombre se
detuvo, lo sentía muy cerca pero ya no la tocaba, solo tenía la mano sobre su
boca y la erección de sus pantalones presionada sobre sus caderas. Así estuvo,
quieto, sin decir nada hasta que ella se atrevió a abrir los ojos poco a poco,
miró primero una máscara negra y él subió su mano libre la puso donde estaba su
boca cubierta, haciendo un gesto de que mantuviera el silencio, ella siguió
subiendo la mirada y se encontró con su mirada, era SU mirada, era ÉL.
Su cuerpo se
relajó por completo, sentía rabia y tranquilidad, estaba abrumada de
sentimientos. Se preguntaba por qué ÉL la había hecho sentir tanto terror, eso
le molestaba muchísimo, se reprochaba ella misma por no haberlo reconocido
desde el primer momento y sentía felicidad porque era ÉL, porque ya no tenía razón
para temer, lloraba pero esta vez sin forcejear, podía ver solo por el gesto de
sus ojos que ÉL sonreía. ÉL dejó de presionar su mano en su boca, ella ya no
iba a gritar pero no había parado de llorar, su Señor bajó la mano hasta su
entrepierna y la acarició un poco sobre su ropa interior, sus lágrimas cesaron,
ÉL sacó de su bolsillo una navaja que pasó por el rostro de ella y cerró los
ojos al sentir esa hojilla fría, la deslizó por su cuerpo hasta abajo y con un
par de cortes le quitó la ropa interior, ella abrió las piernas. Su Dueño
hundió nuevamente la mano entre sus piernas, ya estaba mojada, deseosa y la
volvió de nuevo contra la pared, con una mano la tocaba y con la otra
pellizcaba sus pezones. Ella entre gemidos le dijo que los iban a descubrir, ÉL
le propinó una fuerte bofetada por hablar, debía dejarse llevar.
Así fue como en
ese callejón, donde podían ser descubiertos, la penetró fuertemente contra la
pared, ella contenía sus gemidos mordiéndose los labios, ÉL apretaba toda su
piel muy fuerte dejándole marcas, se dejó llevar en manos de su secuestrador,
de su Dueño que le había preparado ese jueguito, que todo el tiempo la estuvo
vigilando desde que ella abandonó la oficina, quería ver el terror en ella,
quería asustarla de verdad y ver como en sus brazos recobraba la calma. Ambos
llegaron al clímax rápidamente, por la emoción y el lugar. ÉL apenas terminó le
dejó un beso en el cuello y dio un paso atrás, ella se volteó secándose el
rostro manchado por el maquillaje y se arreglaba el vestido, su Señor se quitó
la máscara que escondía una gran sonrisa, la había extrañado y sin decirle
nada, la tomó de la mano y se la llevó a la habitación que los esperaba, la
noche apenas comenzaba.